martes, 17 de septiembre de 2019

Presunto asasino



 Por moito que os novos salvapatrias prediquen contra expresións como violencia  de xénero, por moito que queiran diluír a verdade e a responsabilidade baixo denominacións  como violencia intrafamiliar, por moito que todos sexamos inocentes mentres non se demostre o contrario, a realidade, as novas de cada día teiman en poñer de manifesto que o home é un presunto culpable e a muller una vítima propiciatoria, unha tras doutra ou de tres en tres.

Mentres non exista unha educación non sexista e igualitaria desde a base, desde os primeiros anos, mentres os homes (e algunhas mulleres mal-educadas) non poñamos couto ás actitudes machistas que observamos un día si e outro tamén, mentres non rexeitemos bromas de mal gusto neste ámbito estaremos correndo un risco importante de que sexa necesaria una revisión normativa drástica, non  das clases de violencia dentro das casas senón na clasificación de xéneros. Iso si, en esencia seguirían a ser dous: feminino e presunto asasino.

miércoles, 19 de junio de 2019

Camiñar, cantar, berrar, e non estar louco



Xa estou un pouco máis tranquilo. Se cadra, non estou louco, inda que me dea por dar voces ou cantar cando subo ó alto dun lombeiro.  Cando toca dar voces, dou voces. Cando toca cantar, vénseme  á gorxa a adptación musical que Enrique Morente fixo sobre o poema que Miguel Hérnandez titulou "Sentado sobre los muertos"

No alto do lombeiro, dou voces ou cando estrofas como aquelas que din:

"Que mi voz suba a los montes
y baje a la tierra y truene,
eso pide mi garganta
desde ahora y desde siempre".

"Si yo salí de la tierra,
si yo he nacido de un vientre
desdichado y con pobreza,
no fue sino para hacerme
ruiseñor de las desdichas,
eco de la mala suerte,
y cantar y repetir
a quien escucharme debe
cuanto a penas, cuanto a pobres,
cuanto a tierra se refiere".

E síntome ben, máis que ben. Sinto euforia. Sinto que canto ben inda que sexa consciente de que canto mal. Ou será que me sinto ben cantando. Da igual que estea só ou en familia, en confianza. Subo ó alto do lombeiro (sea Rechouso ou Ladiario, tanto me ten) e canto. Ou berro, sen máis.

Pero acabo de descubir que polo menos, non son o único que cae nesas arroutadas. En "Elogio del caminar", David Le Bretón parte das experiencias e das opinións de paseantes ilustres como Stevenson e Rousseau para rematar dicindo que para algúns camiñantes o canto ben a ser como un bastón: "un estimulante  para a progresión e un signo de familiaridade, de eloxio ó xenio do lugar".

Así que xa me sinto máis tranquilo. Cando volva subir a un lombeiro, se mo pide o corpo, berrarei coma un tolo. Ou cantarei a Miguel Hernández con música de Morente.

miércoles, 24 de abril de 2019

Queridos hijos: ni se os ocurra tener hijos


No puedo disfrutar del buen tiempo que tenemos porque no es normal en esta época del año, porque no puede augurar nada bueno (ni los treinta grados ni la nieve). Se lo escuché decir a un buen amigo en los primeros días de esta primavera que se presentó como verano. No puedo dejar de compartir su temor. Salvo que seamos o aspiremos a ser seguidores o teloneros de quienes niegan cualquier aviso de cambio climático, el atípico buen tiempo solo puede ser percibido como una amenaza cada vez más inminente.

La Agencia Estatal de Meteorología lo acaba de poner negro sobre blanco. Durante los últimos cuarenta años, el verano en España, también en Brumoso, ha crecido 40 días. Cada diez años, hemos conseguido diez días de verano más. Cada año que pasa, tenemos como regalo un día más de verano. ¿Debemos alegrarnos?

El capitalismo salvaje, empeñado en tildar como negativo todo aquello que no sea crecimiento económico continuado, nos conduce hacia el gran desastre, con el impagable concurso de políticos negacionistas como Trump, Rajoy (bajo la influencia de su científico primo) o tantos otros que no quieren enterarse del calentamiento global ni de sus desastrosas consecuencias porque otra forma de ver menos ciega molestaría a los poderes económicos a los que se someten y someten a los ciudadanos.

Ante la sordera de los poderes económicos y políticos (el asunto tampoco apareció como principal en los debates de la actual campaña), cabe pensar si debemos buscar la alianza de quienes puedan escucharnos y hacernos caso. La gente puede y debe hacer algo para evitar la hecatombe. Consumir menos puede ser un paso importante. Menos plástico, desde luego, pero también menos comida, menos ropa, menos recursos energéticos no renovables. Sirvámonos del viento y del sol, que ha quedado libre de impuestos (al menos de momento) y cada vez calienta más. Rebajemos la demanda para rebajar la producción.

Me pregunto si no debemos incluso apostar por la reducción de la natalidad, al menos temporalmente, como último recurso para reducir nuestras exigencias al planeta que habitamos. Me respondo que sí. Queridas hijas, queridos hijos, jóvenes todos: mientras no veáis que los poderes económicos y políticos actúan con mayor responsabilidad, mientras no observéis la aplicación de medidas orientadas a garantizar la sostenibilidad de los recursos del mundo que compartimos, ni se os ocurra tener hijos. Si no existen garantías, ni siquiera esperanza de que puedan conocer, mucho menos disfrutar, las maravillas que este mundo agonizante nos ofrece, ¿no sería una irresponsabilidad convocarles?

¿Qué más podemos hacer para tratar de posponer, para evitar un temprano apocalipsis? Se me ocurren algunas cosas como localizar los lugares donde hay, donde hubo manantiales. Algunas especies de simios saben localizar agua debajo de la arena, en zonas desérticas. No seamos menos supervivientes. Mientras sepamos localizar agua tendremos esperanza de vida.

Y en las elecciones, votemos al menos malo. Todos mienten, pero si se lee entre líneas, las diferencias salen a relucir.